
Es así que comencé el trabajo con mi primera paciente Y.C, el cual arrojó un satisfactorio resultado. Cuando Y.C vino a mi consultorio ya estaba preparando su operación de cambio de sexo; y como sabemos a pesar de las hormonas femeninas que le aplicaban , éstas no lograban modificar su voz. Realmente su voz le preocupaba dado que era bastante grave y ya no concordaba con el esbelto cuerpo que estaba logrando.
Al comienzo fue muy duro para Y.C. porque le costaba habituarse a emitir diferente. Notábamos que en la sesión lo lograba, pero que ante su familia se le hacía difícil mantenerla.
Las vocalizaciones nos permitieron extender el registro y utilizar las intensidades e inflexiones vocales.
En principio es importante que la paciente reconozca la posición de su laringe, sus movimientos, qué sucede con la respiración, lengua, postura, articulación y dónde están los sonidos de pecho y cabeza.
Debemos cuidar de no llevar a la paciente a hablar con voz de falsete, sino buscar en qué frecuencia de las más agudas y cómodas puede sostener el habla. Es preciso trabajar la voz suavizada, controlar la velocidad del discurso y darle importancia a las pausas.
La articulación también juega un papel relevante dentro de la terapia, como así también los inicios vocales que deben ser suavizados y precisos, logrando una óptima coordinación fono-respiratoria.
Trabajamos infinidad de ejercicios tanto en voz cantada como en voz hablada y por último la expresión conjunta del rostro y de las manos; sin descuidar, como dije en un principio la postura que será el eje de todo el tratamiento.
A partir de esta experiencia, qué no es fácil porque requiere mucho esfuerzo, dedicación en la práctica por parte del paciente; pienso que es posible modificar la voz a través de los parámetros acústicos. Todavía no hemos finalizado todo el tratamiento, pero Y.C se siente feliz de tener ahora una voz más acorde con su condición.
Lic. Daniel Guzmán – Fonoaudiólogo MN 8815 MP 4697
Hospital San Juan de Dios
Hospital San Juan de Dios
